El simple hecho de encender la luz, un gesto cotidiano para todos, es cada vez más caro y no parece que la situación vaya a mejorar a corto plazo. Pero, por otra parte, es en estos momentos en los que más se agudiza la creatividad y el ingenio, lo que nos ha llevado a la invención de sistemas alternativos con los que generar nuestra propia energía. Unas creaciones que, además, son también de gran ayuda para el desarrollo en aquellos países en los que el acceso alsuministro eléctrico sea precario o, directamente, imposible.
También muchas entidades públicas y privadas empiezan a apostar cada vez más por el desarrollo de este tipo de iniciativas innovadoras que, no solo ayudan al consumidor a ahorrar ygenerar energía, sino que permiten avanzar en el camino hacia unas sociedades más amables yenergéticamente eficientes.
Este año se han celebrado las décimas Jornadas Técnicas, que el Departamento de Electricidad viene realizando ininterrumpidamente.
La presentación estuvo a cargo del Sr. Alcalde de Estepa D. Salvador Martin y del director del IES Ostippo D. Antonio Avelino García.
Hemos contado con la participación de empresas de enorme prestigio como son Toscano y Schneider Electric.
La asistencia ha sido, como cada año, muy numerosa.
La telefonía móvil ha experimentado un vertiginoso desarrollo gracias a la confluencia de dos factores: de una parte, el incremento de las prestaciones de los circuitos integrados que incorporan los teléfonos móviles, que hacen de estos dispositivos verdaderos ordenadores personales con un tamaño muy reducido y de otra, el avance en los protocolos de comunicación imprescindibles para facilitar la conexión entre terminales que pueden estar separados por centenares o incluso miles de kilómetros. En un artículo previo describí las características del primero de esos elementos: el teléfono; en este me centraré en el segundo, las redes de comunicaciones.
En los días posteriores a la catástrofe nuclear de Fukushima, el 11 de marzo de 2011, la necesidad de obtener energía llevó a los japoneses que poseían coches híbridos a convertirlos en generadores de emergencia. La crisis aceleró el desarrollo de vehículos eléctricos y de sistemas de almacenaje de energía en Japón por parte de grandes marcas como Nissan, Toyota y Mitsubishi. Al mismo tiempo, al otro lado del Pacífico, el profesor Willett Kempton, de la Universidad de Delaware, llevaba 14 años trabajando en una tecnología para que un coche eléctrico pudiese tanto recibir como suministrar energía a la red. En 2013, dos años después de Fukushima, Kempton por fin conectó 15 coches Mini-E para que funcionaran como una pequeña central eléctrica y así se certificó el nacimiento de la tecnología V2G (vehicle to grid, vehículo conectado a la red).